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miércoles, 10 de septiembre de 2008

Pedro Barea, en El Correo

El periódico El Correo publica en su número de hoy un reportaje titulado "Los teatros de Bilbao pulverizan récords de taquilla". El texto hace referencia al éxito de las obras programadas con motivo de la Aste Nagusia. Sobre este tema, el periódico bilbaíno publica un artículo de opinión de Pedro Barea, uno de los críticos de teatro con mayor prestigio, que reproducimos a continuación.
"Un éxito teatral, el éxito de una campaña es una satisfacción para quienes piensan que el teatro les dice algo. La pregunta es si las cifras logradas en días de cautela económica configuran la masa crítica y un techo de espectadores en potencia. Es decir, si con ese público se contaría a lo largo del año, lo que supondría un mercado ciudadano y metropolitano, o es un fenómeno circunstancial.
Los materiales sobre los que se ha construido este éxito de agosto han sido unos pocos, por eso es fácil el diagnóstico. Se produce en periodo festivo, de euforia consumista, animado, y hay un público que está más confortable en un espectáculo teatral que en el fragor de la calle, o en los toros. Los títulos son también unos pocos: 'Hoy no me puedo levantar' y ' Grease', dos musicales que vienen precedidos de una notable aceptación pública. Luego, Arturo Fernández en una comedia a su medida. Alguna comedia dramática y monólogos de 'stand-up comedy'. No son muchos, no son nuevos, traen figuras televisivas... Todos, con el valor añadido de sus precedentes.
Dos locales que Bilbao tiene en pie son de titularidad pública, Arriaga y Euskalduna, con dos modos de gestión. El Arriaga como teatro municipal, y las salas de Euskalduna con modos de explotación comercial. Hay un espacio privado, el Ayala, que no lo oculta. Sin embargo, los espectáculos en cartel se hubieran mantenido si el parque de teatros fuera diferente. Existiendo junto al Ayala el Coliseo, o el Buenos Aires, o el Gayarre, desaparecidos, el acomodo comercial hubiera podido ser otro. Y para un teatro de ocasión, festivo y mercantil, se arbitró hace años la adaptación ocasional de cines. La receta actual ha producido beneficios saludables sin duda, pero se abren las incógnitas de qué público es el llamado a la taquilla, y si esa es una función pública en tan escaso parque de salas.
La meta de los teatros públicos da a veces idea un poco agropecuaria 'de rentabilidad mercantil', 'de hectáreas de cultivo' o de 'cabezas reunidas', el llenazo. Un espectador reflexivo agradecería poder elegir. Si la ciudad presume de ser exigente en arte, en arquitectura o en música, habría que estar a la altura en el teatro, en donde parece que todo vale, como un arte menor que no deja ver más que lo que se ve.
En teatro faltan estrenos propios, grandes ofertas (en verano en otros lugares se recrean con los clásicos), experimento y riesgo. Si la excusa es que a esas citas el público no va, es que nuestros teatros le encaminan a otra parte. Habría que entonar un mea culpa. Parte de la atención prestada al teatro procede de su impacto comercial. Es posible que se trabaje, y esto es contrición, sólo a favor del éxito. Que no se arriesgue en promover la creación teatral como aventura, otra información también de riesgo y en la que desde los medios de comunicación se intentara contribuir a lo nuevo".

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