Serrano & Colina Project, en Kultur Jazz
El próximo miércoles, 11 de febrero, a las 19:30 horas y con entrada libre, actuación de Serrano & Colina Project en Kultur Ibaigane. Este concierto se enmarca dentro del Circuito 2009 Blues-Jazz Bizkaia. La banda está formada por Antonio Serrano en armónica, Javier Colina en Contrabajo, Iván Lewis "Melón" en Piano y Guillermo McGill en Batería. Llegan a Basauri después del éxito obtenido esta semana en el Teatro Arriaga de Bilbao. Posteriormente acudirán a Zornotza (12 de febrero), Leioa (13 de febrero) y Ermua (14 de febrero). Publicamos la crítica del concierto de Bilbao publicada por Oscar Cubillo en el periódico El Correo.
"Los que se quedaron sin poder acceder el lunes al Teatro Arriaga porque se habían vendido todas las entradas del (estupendo) concierto del cuarteto Serrano-Colina Jazz Project, que no se lamenten, pues la semana que viene, del miércoles al sábado, el combo repetirá en el Bizkaia Jazz Blues Circuito, en Basauri, Amorebieta, Leioa y Ermua. El cuarteto lo colideran el madrileño protagonista Antonio Serrano (armónica cromática) y el pamplonica sobrio Javier Colina (contrabajo experto), y lo completan otras dos máquinas del ritmo, el uruguayo Guillermo McGuill a la batería y el afrocubano Iván Lewis ‘Melón’ al piano. Cuatro elementos que revelaron nivel magistral, conjunción engrasada y sentimiento en picos que levantaron ovaciones puntuales y sinceras del respetable mixto y elegante.
El concierto se celebró en el ‘foyer’ (suena a chiste de la película ‘Los padres de ella’, la de nuestro actor favorito: Ben Stiller) del Arriaga, o sea en el primer gran vano según se suben las escaleras, en ese amplio espacio junto a la barra (cerrada el lunes, lástima), una ubicación barroquísima y tan cercana al grupo que no importaba la luminosidad rampante, pues así se observaban mejor todos los detalles ornamentales: lámparas con brazos y tulipas, columnas corintias, techo rojo, suelo con marmol y moqueta, espejos, barandillas...
Una gozada de espacio dispuesto en semicírculo, en anfiteatro, y cuyas butacas estaban ocupadas por un respetable variopinto entre el que destacaban numerosos socios del Bilbaina Jazz Club. Y ahí, el Serrano-Colina Jazz Project generó nueve piezas en hora y veinte minutos pasados. Piezas que paseaban por diversos ritmos, que crecían y se recogían, que se dejaban llevar por improvisaciones de corazón e inspiración, y que no se limitaban al canonismo jazz en ninguna de sus vertientes (lo más puro fue el swing inicial y alguna atmósfera de balada after hours), sino que jugaron con la música sin encuadrarse en ningún estilo.
Hermosas mujeres morenas
Los músicos abrieron rompiendo la pana con el estándar swing ‘Sweet Georgia Brown’, con el pianista pareciéndose a Oscar Peterson y el baterista pegándole como si le fuera la vida en ello. Fue el momento más purista, digámoslo así. Acabó la primera pieza y agradeció Serrano: “Un placer ver la casa llena teniendo en cuenta el mal tiempo que hace”. A partir de entonces, la melancolía de su armónica, más vivaz que la de Toots Thielemans (es que a Toots le vimos una vez en el Getxo Jazz y nos aburrimos mazo y desde entonces le tenemos atravesado), sonó a muchas cosas, por ejemplo a película italiana aportó Pato, y llevó tan a su terreno piezas ajenas (Jaco Pastorius, etc.) que a veces no las reconocimos (¡¡el ‘Libertango’, de Piazzolla, que descubrimos sólo al leer el set-list!!).
Además, el contrabajo ocupó pocos momentos solistas (uno de ellos, una breve introducción, resonó africano a lo Toumani Diabate), lo latino explotó no sólo en la pieza de Colina ‘El comandante’ (un jaropo venezolano que llevó a no pocas hermosas mujeres morenas a bailar retrepándose en sus butacas), y en el epílogo cupieron una versión de Paco de Lucía (‘Ziryab’, exótica en la vía de Duke Ellington) y un bis donde se ejecutó un estudio de Chopin ideado por Serrano, una pieza tan melódica que parecía Richard Clayderman.
Y es que Serrano es un músico de formación clásica. Se lo preguntamos y nos respondió: “Hice algunos estudios elementales de música clásica al inicio de mi formación que me han sido muy útiles para aprender a leer y escribir música y para superar dificultades técnicas del instrumento. Pero me considero un músico de formación mixta, ya que he aprendido muchas cosas que no se enseñan en los conservatorios tocando con buenos músicos de diferentes culturas”. Ya, igual que los que le acompañaron el lunes".
El concierto se celebró en el ‘foyer’ (suena a chiste de la película ‘Los padres de ella’, la de nuestro actor favorito: Ben Stiller) del Arriaga, o sea en el primer gran vano según se suben las escaleras, en ese amplio espacio junto a la barra (cerrada el lunes, lástima), una ubicación barroquísima y tan cercana al grupo que no importaba la luminosidad rampante, pues así se observaban mejor todos los detalles ornamentales: lámparas con brazos y tulipas, columnas corintias, techo rojo, suelo con marmol y moqueta, espejos, barandillas...
Una gozada de espacio dispuesto en semicírculo, en anfiteatro, y cuyas butacas estaban ocupadas por un respetable variopinto entre el que destacaban numerosos socios del Bilbaina Jazz Club. Y ahí, el Serrano-Colina Jazz Project generó nueve piezas en hora y veinte minutos pasados. Piezas que paseaban por diversos ritmos, que crecían y se recogían, que se dejaban llevar por improvisaciones de corazón e inspiración, y que no se limitaban al canonismo jazz en ninguna de sus vertientes (lo más puro fue el swing inicial y alguna atmósfera de balada after hours), sino que jugaron con la música sin encuadrarse en ningún estilo.
Hermosas mujeres morenas
Los músicos abrieron rompiendo la pana con el estándar swing ‘Sweet Georgia Brown’, con el pianista pareciéndose a Oscar Peterson y el baterista pegándole como si le fuera la vida en ello. Fue el momento más purista, digámoslo así. Acabó la primera pieza y agradeció Serrano: “Un placer ver la casa llena teniendo en cuenta el mal tiempo que hace”. A partir de entonces, la melancolía de su armónica, más vivaz que la de Toots Thielemans (es que a Toots le vimos una vez en el Getxo Jazz y nos aburrimos mazo y desde entonces le tenemos atravesado), sonó a muchas cosas, por ejemplo a película italiana aportó Pato, y llevó tan a su terreno piezas ajenas (Jaco Pastorius, etc.) que a veces no las reconocimos (¡¡el ‘Libertango’, de Piazzolla, que descubrimos sólo al leer el set-list!!).
Además, el contrabajo ocupó pocos momentos solistas (uno de ellos, una breve introducción, resonó africano a lo Toumani Diabate), lo latino explotó no sólo en la pieza de Colina ‘El comandante’ (un jaropo venezolano que llevó a no pocas hermosas mujeres morenas a bailar retrepándose en sus butacas), y en el epílogo cupieron una versión de Paco de Lucía (‘Ziryab’, exótica en la vía de Duke Ellington) y un bis donde se ejecutó un estudio de Chopin ideado por Serrano, una pieza tan melódica que parecía Richard Clayderman.
Y es que Serrano es un músico de formación clásica. Se lo preguntamos y nos respondió: “Hice algunos estudios elementales de música clásica al inicio de mi formación que me han sido muy útiles para aprender a leer y escribir música y para superar dificultades técnicas del instrumento. Pero me considero un músico de formación mixta, ya que he aprendido muchas cosas que no se enseñan en los conservatorios tocando con buenos músicos de diferentes culturas”. Ya, igual que los que le acompañaron el lunes".
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